Casi todo es no

Tribuna de Opinión de Cristina Antoñanzas en El Siglo


Hace un año dedicaba esta columna de fin de año a la población migrante, una especie de pueblo errante que no comparte origen, ni lengua, ni religión, sino que su configuración deviene de la comunión en el miedo a morir, a la tortura, a la guerra, la persecución, el hambre, y el rechazo a la acogida que les brindan otros pueblos presuntamente civilizados, que se creen fuertes en un rechazo que sólo expresa sus propios miedos. Todo sigue como hace un año, salvo que hay más errantes muertos y la vergüenza, que no puede ser más grande, se ha hecho más dura.
 
En aquel mismo número de 'El Siglo', el catedrático Carlos Berzosa escribía una reflexión sobre el fin de los sueños, cuya lectura recomiendo porque no ha perdido ni un ápice de vigencia. No sé a quién puede extrañar que una población a la que se le niegan aspiraciones vitales básicas empiece a cuestionarse si merece la pena un sistema que le niega el pan y la sal, que cercena sus aspiraciones de bienestar.
 
Fuente: UGT