Los datos definitivos del IPC de septiembre, publicados hoy por el INE, sitúan la inflación anual en el 3%, tres décimas más que en agosto. Este repunte se explica, principalmente, por el comportamiento de los carburantes (-0,1%) y la electricidad (-0,2%), cuyos precios descienden menos que hace un año (-4,4% y -2%, respectivamente). En lo que se refiere a la tasa anual subyacente, que recoge la inflación de componente más estructural, excluyendo energía y alimentos no elaborados, se mantiene estable en el 2,4%.

Entre los incrementos anuales más destacados durante este mes, cabe resaltar el café (19,9%), los huevos (17,9%), la electricidad (16,8%) y la carne de vacuno (16,5%). Y, entre los productos con los descensos anuales más altos, se encuentra el aceite de oliva (-43%), el azúcar (-17,4%) y las patatas (-4,5%).

Así, cabe estar vigilantes ante la persistencia de ciertas tensiones inflacionistas vinculadas directamente al comportamiento especulativo de grandes empresas en sectores estratégicos, de modo que estas siguen acumulando unos beneficios desmedidos a costa del bolsillo de las personas trabajadoras. En este contexto, UGT exige que los salarios sigan recuperando poder adquisitivo, algo que el V AENC está logrando con subidas promedio del 3,5% en lo que llevamos de año, casi un punto por encima de la inflación media (2,6%).

No obstante, es necesario blindar los salarios frente a la inflación, empezando por el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que debe actualizarse en una cuantía suficiente para amortiguar los efectos del alza de los precios y continuar su senda de incremento hasta alcanzar el 60% del salario medio. Esta medida es esencial para sostener el poder de compra de quienes menos ganan y reducir las brechas salariales, especialmente entre mujeres y jóvenes.

En paralelo, UGT insiste en la necesidad de seguir incorporando cláusulas de garantía salarial en los convenios colectivos, de modo que los incrementos pactados queden protegidos frente a posibles desviaciones del IPC. Estas cláusulas, que permitieron en el pasado sostener los salarios frente a los repuntes de precios, deben volver a generalizarse en la negociación colectiva para recuperar el terreno perdido tras la crisis de 2008. Reintroducirlas y reforzarlas es clave para asegurar que los salarios no vuelvan a perder poder adquisitivo en el futuro.

Asimismo, UGT reclama una revisión profunda de las cláusulas de compensación y absorción, que actualmente afectan a miles de personas trabajadoras con salarios próximos al SMI. Su configuración debe hacerse de forma más justa y equitativa, de modo que ninguna persona vea reducida su capacidad de compra como consecuencia de su aplicación. Esta reconfiguración más justa debe incorporarse en la redacción del próximo Real Decreto de SMI, garantizando que su actualización beneficie de manera real y efectiva a toda la clase trabajadora.

Además, cabe resaltar cómo el desmesurado aumento de los precios en el mercado inmobiliario está neutralizando toda mejora salarial, sobre todo entre quienes residen en grandes ciudades. Así, la vivienda ha terminado erigiéndose como un activo financiero y especulativo, cuyas lógicas de funcionamiento generan exclusión y desigualdad entre la población.

Con ello, los salarios han dejado de ser una garantía para poder acceder a una vivienda. En consecuencia, UGT reclama un plan ambicioso de ampliación del parque público de viviendas a precios asequibles, además de la aplicación efectiva de las medidas que limitan el precio del alquiler en zonas tensionadas. Porque desde el sindicato seguiremos luchando para que cualquier persona trabajadora pueda construir un futuro digno, estable y que merezca la pena.