El Foro de Acción Rural (FAR) reivindica, en el Día mundial de la Alimentación, la importancia de la alimentación sostenible como un motor de transformación, en el que el medio rural, la agricultura familiar, la naturaleza y los territorios ocupan un papel central para garantizar el derecho a una alimentación sana y revitalizar los pueblos. Además de ser una pieza clave para afrontar la crisis climática, de biodiversidad y demográfica en la que estamos inmersos.  

El sistema agroalimentario industrial actual enfrenta grandes desafíos: desde la vulnerabilidad al cambio climático o a las diferentes crisis (pandemias, conflictos bélicos, incremento del precio de los alimentos), la degradación ambiental, la falta de relevo generacional o de reparto justo de ayudas públicas.  

Frente a ello, nos encontramos en un momento importante en el que se pone en juego el futuro de la alimentación. Por un lado, en el seno de la UE se están decidiendo las orientaciones para el futuro Marco Financiero más allá de 2028, que prevén el diseño de nuevos Planes Nacionales, en los que, por primera vez, se integrarán diversos fondos europeos clave para el futuro del sistema alimentario. Y al mismo tiempo, en el ámbito nacional, se está poniendo en marcha el Pacto de Estado frente a la Emergencia Climática, que abre una oportunidad única para situar la alimentación sostenible, justa y territorial como una de las vías más eficaces para alcanzar sus objetivos.

Por ello, el FAR - plataforma que agrupa a entidades estatales de carácter social, agrario, ambiental, municipalista, de producción ecológica, personas consumidoras y otras, que trabajan por un desarrollo sostenible del medio rural- presenta una propuesta con cinco ejes para avanzar hacia una transición agroalimentaria justa y sostenible. 

En primer lugar, las organizaciones piden reforzar la agricultura familiar sostenible con la aprobación de una Ley de Agricultura Familiar y la reorientación de la PAC (Política Agraria Común), para priorizar el apoyo público en torno a la agricultura familiar, formada por pequeñas y medianas explotaciones, y, en especial, a aquellas en Red Natura 2000, espacios naturales protegidos y Sistemas agrícolas y ganaderos de alto valor natural. Sin olvidar la importancia de jóvenes y mujeres para un sistema alimentario realmente sostenible.

Por otro lado, la plataforma incide en la necesidad de asegurar precios justos para la producción y el consumo de alimentos, que garanticen la calidad de vida a las personas agricultoras, ganaderas y resto de trabajadoras de la cadena alimentaria, prestando especial atención a la agricultura familiar, como el eslabón más débil de la cadena frente al sector industrial y el comercial.

En tercer lugar, garantizar el derecho a una alimentación sana y sostenible apoyando la producción de proximidad y temporada, así como las cadenas cortas de comercialización y la venta directa, entre otras medidas.  

Las organizaciones también recuerdan la importancia de impulsar la educación y culturas alimentarias, incluyendo contenido obligatorio sobre alimentación sostenible y agroecología en los planes educativos, que ponga en valor también el conocimiento campesino y cultural alimentario del territorio rural.  

Y, por último, asegurar una gobernanza alimentaria participativa para ofrecer procesos y recursos que permitan la participación efectiva de las organizaciones interesadas en las políticas alimentarias, incluida la aplicación y el seguimiento en la nueva Estrategia Nacional de Alimentación, así como en otras herramientas.  

Para articular todas estas propuestas con una participación real de la sociedad civil en las políticas agroalimentarias, desde el FAR se pide la creación de un Consejo Nacional de Alimentación. Se brinda, además, el conocimiento y experiencia de la pluralidad de entidades que conforman el Foro para la puesta en marcha de este Consejo.

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